miércoles, 23 de diciembre de 2015

Freud y Lacan en Butler y Haraway: complejizando la subjetividad


El autor desea establecer de entrada un proyecto común aunque distinto en la producción teórica de Freud, Lacan, Butler y Haraway, la configuración de una apuesta contestaria, un proyecto contra-hegemónico, una subjetividad compleja y antideterminista que amenaza al discurso dominante de la personalidad. Las propuestas de estos cuatro autores posibilitaron una discusión compleja de la subjetividad permitiendo mayor inclusión de las diversas subjetividades posibles en sociedad. Estos cuatros autores desarrollaron de forma diferente, en ocasiones con premisas teóricas en contraposición, una mirada diferente a la norma dominante de su época respecto al sujeto, construyeron un discurso que cuestionaba (y continúa cuestionando) las premisas tradicionales, positivistas, simplificadoras del sujeto del paradigma newtoniano-cartesiano. A continuación desarrollaremos varios asuntos discutidos en el Malestar de la Cultura de Sigmund Freud e ideas de Jacques Lacan recogidas en Lingüistería por Braunstein, para vincularlos y reflexionar sobre los posicionamientos de Judith Butler en El género en disputa y Manifiesto Cyborg de Donna Haraway.
El discurso psicoanalítico de Freud y de Lacan comparten la negación o la imposibilidad de rescatar la ontología, indican que no hay origen, se ha perdido entre el mito (o la intención mítica de ubicar un génesis) para el primero, y la fluidez del lenguaje para el último. Sus posicionamientos arremeten contra el esencialismo y el naturalismo del paradigma de la simplicidad, el sujeto de estos autores no tiene esencia natural, no hay principio, ni verdad. No hablan de personalidad sino de subjetividad, el yo está descentrado y en constante resistencia al descentramiento. Freud y Lacan proponen un yo dividido, incompleto, fluido, sujetado a fuerzas estructurales, sociales, culturales e inconscientes. El sujeto de Freud (1930) y Lacan (según Braunstein, 1986), aunque sujetos teóricamente diferentes, comparten la idea de un yo en devenir, regidos por algo más que la razón, trastocados por la pasión, el deseo, las pulsiones, los instintos, el otro, el lenguaje, los significados y significantes.
Según Freud (1930) el sujeto vive reprimido, en “torturante malestar, como una especie de angustia” e infeliz a cambio de coexistir con la familia y su sociedad. Para Lacan (según Braunstein, 1986) el sujeto es incomprendido, “ficción, novela familiar, mito individual elaborado por alguien que no sabe lo que dice” (p.143).  El sujeto de Lacan está en falta, siempre insatisfecho, dependiente del otro, sufrido y con la carga opaca de la reminiscencia de un sentimiento de desamparo infantil. El sujeto de Lacan según se observa en Braunstein (1986) accede al corte y a la represión, acepta la neurosis como conditio sine qua non para evitar la psicosis y la perversidad, y devenir como sujeto  “normal”. Defender y presentar el concepto del inconsciente implicó poner en duda y cuestionar la lógica racionalista, la idea del yo íntegro y unitario, y la supuesta capacidad humana de controlar y dominar sus acciones por medio de su voluntad y raciocinio.
En condiciones normales nada nos parece tan seguro y establecido como la sensación de nuestra intimidad, de nuestro propio yo. Este yo se nos presenta como algo independiente, unitario, bien demarcado frente a todo lo demás. Solo la investigación psicoanalítica - que , por otra parte, aún tiene mucho que decirnos sobre la relación entre el yo y el ello- nos ha enseñado que esa apariencia es engañosa; que, por el contrario, el yo se continua hacia dentro, sin límites precisos, con una unidad psíquica inconsciente que denominamos ello y a la cual viene a servir como de fachada.” (El malestar en la cultura, 1930)

Freud en El malestar en la cultura (1930) critica la preminencia de la conciencia, del yo integro y resalta el carácter fragmentado y social de la realidad psicológica, mostrando así la fragilidad y limitación de la categoría identidad.
Para Freud como para Lacan la conciencia es una cualidad o característica de los procesos psíquicos, no la central o general. En Freud, el aparato psíquico se constituye en la dinámica de las identificaciones, de las introyecciones e internalizaciones y en el flujo de la historia libidinal y sociocultural que le acontece. Lacan recoge la propuesta de Freud pero le da un giro (lingüístico-filosófico), se enfoca en la importancia del interjuego del lenguaje (significados, significantes, metáforas y metonimias), el deseo, el goce, el otro y sus identificaciones perpetuas. La perspectiva dinámica del psicoanálisis permite analizar los procesos y sus formas de producción entre elementos conscientes e inconscientes, individuales y sociales, contradicciones y conflictos que se suscitan en interacción y relaciones, logrando comprender al sujeto y su subjetivación siempre con la presencia del otro, como un lazo psicosocial.
 
En el Malestar de la Cultura (1930), Freud explica que el sujeto se encuentra en una lucha continua entre sus deseos, pulsiones e instintos y las exigencias y normas de la cultura, razón por la cual el humano debe reprimirse ciertas pulsiones y deseos,  para lograr convivir en sociedad. Esta represión le producirá malestar al sujeto de Freud (1930), vivir con el otro implica una angustia. Según Braunstein (1986), para Lacan el sujeto debe someterse al distanciamiento de la madre y aceptar “el corte”, sometimiento del padre/ley/otro/cultura. El sujeto de Lacan debe asumir el corte originario que condena al sujeto a un deseo vacuo y a su respectiva insatisfacción vitalicia; el deseo como su inconsciente es incomprendido, dinámico, y relativo como los significantes en el lenguaje. Lacan señala según se observa en Braunstein (1986), que el deseo no puede ser satisfecho porque el deseo es ilusorio, casi fantasmagórico, huye y cambia de objeto en el momento de la consumación. El lenguaje en Lacan es metáfora del otro, por lo que el deseo del otro consta en un intento de significación, de sustitución satisfactoria, pero el otro nunca es significado sino significante, razón por la cual el otro y el deseo no satisfacen, el sujeto solo encuentra el goce, “el significante es la causa del goce” (Braunstein, 1986).
El sujeto de Lacan busca sustituir aquel sentimiento de completud originario (sentimiento oceánico en Freud) con diversos objetos e imagenes exteriores, los objetos apropiados se convierten en goce. Freud y Lacan proponen un sujeto deseante, una subjetividad (hiper)deseante que se encuentra buscando constantemente al otro. Desde estas propuestas psicoanalíticas donde el yo esta escindido y busca el/lo otro para complementarse, la individuación y subjetivación radicaría en distanciar al yo del otro cuanto sea posible, el yo consistiría en alejarse de las posiciones y deseos del Otro. En Freud, el proceso de identificación se define como “la manifestación más temprana de un enlace afectivo a otra persona” (Freud, 1921, p.258). Este concepto de identificación será sumido por Butler para desarrollar su concepto de performatividad. Freud y Lacan permiten la idea de un sujeto y subjetividad escindida, incompleta, fragmentada y compleja, una subjetividad que trasciende lo consciente y lo puramente racional.
Judith Butler
            Pero, ¿cómo los posicionamientos psicoanalíticos se vinculan con la apuesta de Judith Butler y Donna Haraway (y los sujetos cyborgs)? Butler desde posturas feministas criticas toma alguna de las premisas de la constitución de la subjetividad de Freud y Lacan antes expuestas y otras no mencionadas en este escrito; las combina con las aportaciones de Michel Foucault sobre las relaciones entre el poder-saber, la construcción histórica de la verdad por medio de discursos y mecanismos de control y exclusión, y la docilización de los cuerpos; integrando la perspectiva del deseo de Hegel, donde el sujeto busca reconocimiento en el exterior, en el otro y a la vez, integra al otro en su interior; y por último, asume en su epistemología la pista de la performatividad que le proporcionó Jacques Derrida. Butler en El género en disputa (1999) establece una crítica contra la categoría género, desestabilizando las bases positivistas de la lógica psicológica tradicional esencialista. Butler (1996) establece que la categoría de género, mujer, sexo, deseo e identidad como categorías construidas sociohistoricamente han sido producida por las relaciones de poder del sistema patriarcal a través de sus distintas instituciones y dispositivos. Butler se presta de un cúmulo de miradas complejas para criticar la complejidad de la realidad psicosocial, y una de sus herramientas teóricas y conceptuales es la categoría de performatividad. 
Esta performatividad es una especie de identificación-acto, el género según Butler (1996) se asume (consciente e inconscientemente) y se performa, se actúa (consciente e inconscientemente).  “La performatividad no es un acto único, sino una repetición y un ritual que logra su efecto mediante su naturalización en el contexto de un cuerpo, entendido, hasta cierto punto, como una duración temporal sostenida culturalmente” (Butler, 1999), los enunciados performativos, son enunciados que se materializan en el tiempo y en los cuerpos, producen cosas con palabras. Según Butler (1999) el concepto de performatividad  es un arma subversiva, por un lado permite la reproducción de la violencia normativa de los cuerpos, y al mismo tiempo posibilita el cambio y la resistencia.  La performatividad tiene dos elementos principales, su efecto de materializar los discursos en el cuerpo y las subjetividades, y la función de la repetición del enunciado performativo, función que logra su efectividad a través de la repetición a través del tiempo.
Este mecanismo performativo, indica Butler (1999) tiende a materializar los discursos repitiendo las normativas morfológicas dominantes del sexo, mediante el mecanismo de prohibición y tabú, esto inspirado en la teoría de Freud (ley por vía del padre) (1930). Sin embargo, para Butler (1996) la repetición de la performatividad es una repetición incompleta (como las identificaciones de la subjetividad de Freud, Lacan y Fuss), es una repetición irrepetible, una repetición que no se repite enteramente, sino que difiere mínimamente, no logra exactitud por su elemento de teatralidad o imitación subjetiva. En esto podemos observar el sujeto incompleto de Lacan, sus identificaciones constantes con el otro no le satisfacen, ni logra asumir al otro enteramente.
 “Lo iterable de la performatividad es una teoría de la capacidad de acción (o agencia), una teoría que no puede negar el poder como condición de su propia posibilidad” (Butler, 1999), el sujeto está determinado parcialmente en la teoría de Butler, pues las normas se transmiten y se reproducen culturalmente por medio de relaciones de poder, pero al ser parcial la determinación, la indeterminación implicada es la que permite la capacidad del agente a modificar la norma. La iterabilidad intrínseca en este concepto de performatividad, permite la diferencia, la contingencia, produce el espacio para la variabilidad y la proliferación de diversos significados (aquí vemos a Lacan y a Freud nuevamente). Para Butler, esta cualidad de la performatividad de los sujetos, del género contiene un elemento subversivo, atenta con los esquemas dominantes y heteronormativos, y puede resignificar los imaginarios sociales del género y la mujer. En resumen, según Butler (1999) la performatividad con su dimensión teatral cuestiona la concepción esencialista del sujeto de la psicología y los discursos feministas tradicionales, y permite la desnaturalización del sexo al presentar la contingencia y variabilidad de los actos performativos como elemento esencial de su teoría. Para Butler (1999) el género, el sexo, y las identidades se perfoman mediante la “reiteración estilizadas de actos” normativos, son copias sin original, aquí Butler sigue la línea de Freud y Lacan donde la ontología y el significado original se pierden, el original y la copia son indistinguibles pues ambos son considerados performativos.
 Desde estas coordenadas Butler cuestiona y deconstruye las categorías identidad, género, sexo y cuerpo como construcciones sociohistóricas y discursivas configuradas por el poder del sistema patriarcal. El cuerpo, ni el género tienen una esencia natural, pero han atravesado procesos de naturalización y se han materializado por medio de dispositivos performativos. Para Judith Butler el cuerpo en su carácter biológico y anatómico no implica un principio, un referente original, pues el cuerpo es producido por límites morfológicos artificiales construidos discursivamente, que a través de la historia y los procesos culturales se constituyen en la materialización de los cuerpos. Para Butler el ideal fálico y su posición privilegiada en nuestros sistemas de significación, producen y permiten la subyugación de las identidades relacionadas a la mujer y lo femenino, su teoría intenta difuminar el falocentrismo del sistema patriacal y de la teoría de Freud y Lacan. Su teoría presenta al sujeto como un constante devenir, en contínuo cambio, y establece al género, el cuerpo y el sexo como conceptos construidos socioculturalmente a través de la historia que atraviesan un red de relaciones de poder. Mediante la performatividad del género se producen identidades inestables y diferentes, que aunque repiten normas de género dominantes, simultáneamente las subvierten al modificarlas y esto muestra el carácter social de todos los géneros, dominantes o no. La importancia de la epistemología de Butler es la cuestión ética-política, implica una postura que permite una democratización normativa, permite nuevos espacios y poderes para diversos cuerpos, subjetividades, y mayor inclusión para las mujeres y los diversos géneros en sociedad. Su teoría pone al otro como sujeto importante para la subjetividad. Su teoría no solo cuestiona los postulados de la psicología tradicional respecto el sujeto unitario y la identidad en correspondencia con la esencia biológica-natural, también critica las premisas esencialistas del género y la categoría mujer de algunas teorías feministas.
Donna Hardaway
Por otro lado, el sujeto cyborg de Haraway por medio de la lógica cibernética amenaza y se resiste como el sujeto del psiconalisis y el sujeto de Butler, a los entendidos tradicionales y dominantes de la categoria identidad. Establece una crítica a la idea del yo centrado y unitario, y a la idea del cuerpo y el género esencialmente natural en correspondencia al sexo biológico-anatómico. Los sujetos cyborg presentan desde el feminismo materialista una crítica al esencialismo biológico y al género como categoría solida, e inmutable. El sujeto cyborg trastoca “la experiencia de la mujer en el siglo XX tardío.”, pues este sujeto presenta “una criatura en un mundo post-género” (Haraway, 1995). El sujeto cyborg resalta el principio de dialogicidad de Edagr Morin, pues el sujeto cyborg mantiene cosas unidas incompatibles. El sujeto cyborg mezcla de tecnología y cuerpo, de naturaleza y máquina, condensa una imagen contestataria y contrahegemónica, que solicita repensar y reconstruir el concepto de lo natural, de la naturaleza humana, y la categoría de género. Haraway logra diluir las fronteras de lo artificial con lo natural, permitiendo desdibujar los limites del cuerpo y del género como Butler, pero desde otra propuesta teórica y epistemológica. Como Butler, Haraway (1995) piensa que el poder materializa los cuerpos mediante lo simbólico y lo imaginario. Este sujeto no tiene origen, ni responde a las lógicas freudianas del complejo edipal. Haraway comparte con Freud, Lacan y Butler la idea de un sujeto descentrado, complejo y fluido, sin ontología, sin esencia natural. El cuerpo para Haraway (1995) y para Butler (1999) es un campo de batalla, no un elemento a ser descubierto, sino a ser conquistado y construido.
“Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción.” (Haraway, 1995), el sujeto de Haraway es antiesencialista, variable en su constitución, no se puede delimitar dónde y qué es lo natural o lo cultural, lo orgánico o lo artificial, la carne o la máquina. El sujeto cyborg o cibernético de Haraway cuestiona la lógica determinista, naturalista y esencialista del paradigma de la simplicidad, intenta destruir teóricamente al sujeto cartesiano y a la categoría de personalidad por medio de una apuesta compleja que asume al humano como hibrido, donde la tecnología es parte constitutiva de su existencia y no una prótesis exterior y complementaria. Haraway cuestiona así la idea de género y cuerpo tanto de la psicología como de las perspectivas feministas tradicionales, un cuerpo-máquina borra o desdibuja el concepto orgánico del sexo y del cuerpo. Para Haraway los sujetos cyborg constituyen “una ficción que abarca nuestra realidad social y corporal, un recurso imaginativo sugerente de acoplamientos muy fructíferos (…). A finales del siglo XX –nuestra era, un tiempo mítico- todos somos quimeras, híbridos teorizados y fabricados de máquina y organismo” (Haraway, 1995: 253-254). 

Habría que cuestionarse ¿qué implicaciones tiene este sujeto cibernético en nuestra actualidad? ¿Somos sujetos cibernéticos? En el siglo XXI la maquina se ha insertado cada vez más en nuestro entorno, en nuestro cuerpo, en nuestros quehaceres, en nuestra existencia en general, los limites de lo humano y lo natural se han licuado, mezclado para siempre con los limites ya difusos de lo artificial y la maquina. Vivimos con maquinas y en maquinas. La cirujana que necesita cierta maquina para operar, el director de cine que en su quehacer requiere la maquina para fungir, los individuos que tienen prótesis o maquinas internas que le sustituyen un órgano o parte del cuerpo, los sujetos que no van a ningún lado sin su teléfono celular porque les hace falta, lo siente suyo, lo han incorporado en su subjetividad, aquellos que su comunicación principalmente es cibernética; en nuestra época el cuerpo debe tener una mirada más compleja, una que trascienda los limites morfológicos de la lógica tradicional, simple y positivista. Somos sujetos cibernéticos, hemos incorporado la maquina y nos hemos incorporado en ella, nos hemos co-constituido en la hibridez. Lo natural y lo artificial se han entremezclado, en teoría y praxis. Lo natural-artificial y lo humano-maquina hoy se constituyen, y constituyen al sujeto cibernético de nuestra contemporaneidad, hace de nosotros un sujeto contradictorio, complejo e híbrido.
La propuesta y la imagen del cyborg permite repensar los cuerpos, la subjetividad en términos híbridos, complejos, descartando la lógica simple y dicotómica de la ciencia clásica y la psicología tradicional. Butler, Haraway, Lacan y Freud presentan un corpus teórico que aunque diferentes entre sí, y en ocasiones con postulados contradictorios, comparten la idea de una subjetividad compleja, variable, contingente, un yo descentrado y dinámico, sin esencia, sin ontología tradicional.

Referencias:
Butler, J. (1999) El género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad. Paidos. 
Freud, S. (1921) Psicología de las masas y análisis del yo
Freud, S. (1930, 1996) El malestar en la cultura.
Haraway, D. (1991) Manifiesto Cyborg: Ciencia, Tecnología y Feminismo Socialista en 1980.

Braunstein, N.A. (1986). “Lingüuistería.” Lacan, Entre el lenguaje y la lingüística. México: Siglo XXI.

martes, 22 de diciembre de 2015

Identificaciones sobre Identidad

En nuestra lectura de Freud a través de los años, si lo hemos interpretado bien, la formación de cualquier identidad sexual esta atravesada por la identificación y el deseo. Para Freud la identificación se define como “la manifestación más temprana de un enlace afectivo a otra persona” (Freud, 1921, p.258). Para Lacan (según Braunstein, 1986) el sujeto se divide al intentar acomodarse al imago exterior, y al no poder asumir del todo o descartarla del todo, el yo queda escindido; Fuss continua esta línea comenzada por Freud y desarrollada posteriormente por Lacan. 
 Diana Fuss

Diana Fuss asume y reinterpreta la postura de la identidad como una efecto discursivo de lo social que se constituye por medio de identificaciones que varían a través del tiempo. El sujeto de Fuss es el sujeto descentrado y deseante de Freud, Lacan y Butler, un sujeto que desea el yo del otro, que busca reconocimiento y reconocerse simultáneamente en lo otro, que se mantienen en constante deseo de las imágenes exteriores, y de las significaciones del ámbito social. Según Fuss (1995) esta identificación imaginaria es perpetua, no culmina en una identificación solida, “las identificaciones no concluyen; son inevitablmente, identificaciones fallidas” (Fuss, 1995, p.6). Las identificaciones, siguiendo a Fuss, a Lacan y a Butler, constituyen un elemento fantasmagórico que busca satisfacer y completar el deseo, pero como hemos discutido en clase, el deseo en esta corriente psicoanalítica no puede ser satisfecho, por lo que la identificación siempre es temporal y contingente.

Para Fuss estas identificaciones permiten una ruptura, abren el espacio hegemónico del concepto esencialista de identidad solida e inmutable de la psicología tradicional. Desear e identificarse en Fuss (1995) implica relacionarse de algún modo, de forma opaca, en ocasiones incoherente, paradójica, contradictoria y de forma incompleta y compleja; se  interioriza lo otro, asumiendo una multiplicidad en el devenir. Las identificaciones para Fuss implican comprender al sujeto y la subjetividad contemporánea como un campo fluido, variable, dinámico y liquido- si se me permite el concepto de Zygmunt Bauman. Según Fuss (1995) las identificaciones se producen relacionalmente, “La identificación habita, organiza y ejemplifica la identidad […]. [La identificación puede observarse como] la fluctuación de la diferencia y la similitud en las relaciones entre el yo y el otro y no existe, estrictamente hablando, en oposición a la identidad sino que la apoya y la instiga de manera estructural” (Fuss, 1995, p.2). Partiendo de la concepción de identificación o identificaciones de Fuss podemos comprender al yo como un fenómeno dialógico, dinámico y contingente, la subjetividad es un asunto complejo que no puede definirse en términos esencialistas, deterministas, ni absolutos. El yo de Fuss es paralelamente y siempre un otro, y el otro también refleja nuestro yo dividido y escinido. La subjetividad desde la mirada de Fuss es un identidad nunca-idéntica, como el sujeto de Butler, irrepetible del todo, y el sujeto ciborg de Haraway, hibrido, con lo otro como constitutivo, complejo, desdibujado y singular.

El concepto de identificaciones de Fuss posibilita la pluralidad de subjetividades y una comprensión democrática, horizontal, dialógica e inclusiva de los sujetos.
Si el sujeto se constituye en identificaciones con el otro, en identidades relacionales que se producen por la existencia del otro y el yo deseante, y estas relaciones siempre se configuran (dentro de uno y afuera también diría yo) por medio de la diferencia y la variabilidad, la propuesta de Fuss implica un proyecto político-ético de empatía, de tolerancia a la diversidad, de comprensión con la otredad que a la vez es reflejo de uno mismo, de inclusión de las minorías. Fuss nos invita a comprender la subjetividad desde el lente de las identificaciones, que comprende su carácter social, variable, contingente y antiesencialista, rechazando la idea del yo centrado, solido, homogéneo, natural y normal.

 Por Abelardo Hernández Martínez, M.A.

Referencias:
Freud, S. (1921) Psicología de las masas y análisis del yo
Fuss, D. (1995) Identifications Papers. N.Y.: Routledge.

Braunstein, N.A. (1986). “Linguistería.” Lacan, Entre el lenguaje y la lingüística. México: Siglo XXI. 

lunes, 21 de diciembre de 2015

Breve análisis crítico del discurso de la teoría de Henri Wallon


I.                   INTRODUCCIÓN

El lector debe conocer de entrada que nuestra posición científica comprende que toda producción discursiva y cultural, incluyendo la científica, se co-constituye por una multiplicidad de factores, funciones, niveles y categorías diferentes de la realidad humana. De igual forma que la realidad biopsicosocial y la construcción de este conocimiento produce y responde a particularidades y situaciones únicas, así como también puede asociarse a relaciones (de relaciones explícitas e implícitas) de discursos, intereses,  contextos (geográficos, culturales), influencias históricas, epocales, coyunturales, y a ideologías y/o poderes. Una ciencia que intente ser inclusiva no puede limitarse a la explicación causal, debe incorporar la interpretación, y la incertidumbre. Vale resaltar la divergencia entre la teoría y la práctica, cuales no necesariamente son consecuentes, ni se relacionan armoniosamente independientemente de nuestra volición. Es nuestro pensar que la realidad no puede constituir un todo (espiritual y/o material), por más atractiva y seductora que sea la idea; tampoco se articula en simples partes (interrelacionadas, interdependientes o no); ni debemos contentarnos con asumirla como procesos o sistemas (cerrados o abiertos) únicamente. Asumimos un pensamiento paradójico, heterogéneo, y crítico, no puede existir un único modelo epistemológico que de cuenta de la realidad que intenta estudiar y prescribir el científico.
Habiendo dicho esto, la configuración de un modelo psicológico (o científico) por más complejo e interdisciplinario que sea, se limita de una forma u otra a la multiplicidad y a la diferencia de la realidad. La psicología evolutiva tradicional intenta producir descripciones, evaluaciones normativas, cuantificar (la percepción de) los fenómenos de la realidad, hacer generalizaciones, indicar y establecer modelos correctos y esperados de desarrollo psicológico (Burman, 1994, 2008; Broughton, 1987). Según Burman (1994, 2008; Broughton, 1987) la perspectiva crítica de la psicología evolutiva aunque heterogénea como discurso y reclamo, presenta las limitaciones, devela las relaciones de poder, y señala los efectos perjudiciales intra e  interpsicológicos y socioculturales, y excluyentes de las concepciones de subjetividad de la psicología evolutiva tradicional. El presente escrito tiene el objetivo de acercarnos al tema de la psicología evolutiva desde una postura crítica, deconstruyendo y analizando el discurso científico de uno de los padres de la psicogenética, Henri Wallon. El autor intentará exponer a lo largo de este espacio como la teoría psicológica de Henri Wallon produce un modelo psicológico que es limitante y excluyente. Las premisas de Wallon aunque interdisciplinarias y dialécticas, a pesar de que consideran el contexto histórico y cultural, y asumen las variables biológicas y sociales para explicar lo psicológico, reproducen ineludiblemente una concepción del desarrollo que implícitamente y paradójicamente “excluyen por vía de la inclusión”, en palabras de Román (1998).
Reconocemos que este proyecto es arriesgado, pero estamos dispuestos a fracasar en el intento de producir una visión critica. Quizás no logremos convencer al lector del todo, pero elaboraremos nuestra metodología y análisis coherentemente para que este pueda seguir nuestra línea argumentativa y cuestionamiento. La teoría de Henri Wallon estaba adelantada a su época, es compleja y de visión dialéctica donde interrelaciona factores biológicos y sociales y por tanto, ofrece una visión más rica o interdisciplinaria que otras psicologías tradicionales. Es por este aspecto, por lo implícito de la limitación de su modelo, que nos interesa estudiar el discurso psicológico de este gran francés. También para mostrar que aún teorías interdisciplinarias y complejas no están exentas de limitaciones, ni implican un análisis desde el paradigma de la complejidad (vea elementos del paradigma en Morín, 1984, 1994). Habría que reconocer también que hemos estudiado la teoría de Wallon recientemente, y por oportunismo hacemos este ejercicio académico con su teoría. Su teoría sobre el desarrollo psicológico es abarcadora, con explicaciones dialécticas fascinantes (entre lo individual y social, lo orgánico y psicológico, lo histórico y el medio), ata lazos en múltiples factores de la realidad para suponer una totalidad ontológica donde todo se integra en una unidad material que da sentido a estructuras, funciones y patrones particulares. Sin duda, Henri Wallon estableció una metodología, un método, y una teoría de la evolución psicológica del niñ@ que todavía ofrece perspectivas válidas para el conocimiento científico y psicológico.
No intentamos de ninguna manera invalidar (ni lo lograremos) la teoría walloliana del desarrollo, lo que nos interesa es contestar dos preguntas principales: ¿Qué elementos de la teoría del desarrollo psicológico de Henri Wallon permiten considerarla positivista, limitante y excluyente? Y por otro lado, ¿qué discursos, ideologías y voces constituyen la teoría psicológica de Wallon? Otras sub-preguntas que se contestarán en el transcurso son ¿cómo la teoría de Wallon reduce la complejidad de la subjetividad humana y la complejidad social? ¿Qué modelo de la subjetividad produce la teoría de Wallon? ¿Cómo el contexto, la época y las influencias históricas afectaron su producción teórica? Para contestarnos estas provocadoras preguntas recurriremos al análisis de discurso, como un marco teórico que nos permitirá estudiar y analizar diversos enunciados discursivos para develar su funcionalidad  “referencial (informativo) , o epistémica (interpretativo), o generativa (creativa)” (Santander, 2011, p.209). El autor no explicará toda la teoría de Wallon, por razones de tiempo y porque el método escogido no lo requiere, nos limitaremos a escoger enunciados de su teoría para ejemplificar la tesis propuesta. Confiamos que la relevancia de este trabajo consiste en aportar una visión crítica a la psicología evolutiva, permitiendo primero debate y si es posible, a una visión más inclusiva del desarrollo por medio de la crítica.
La metodología que hemos escogido es cualitativa, y consistirá en  un método documental, con análisis primario y secundario, basada en la técnica del análisis de discurso. La investigación documental que haremos recopilará información por medio del análisis primario (fuentes primarias-textos de Wallon) y secundario (fuentes secundarias-textos sobre el trabajo de Wallon). El marco del que partimos  entiende el discurso como práctica social (Fairclough, 2003; van Dijk 2000), como una forma de acción social (Santander, 2011, p.210). Entenderemos al discurso (científico en este caso) como una configuración social estructurada y estructurante, que responde a coordenadas específicas de contexto, a “ordenes del discurso y ordenes sociales” (Fairclough, 2003, p.29) y según Foucault (1968) a las relaciones cambiantes de poder en las instituciones de la sociedad. Según Morales (2013) este análisis observa las funciones pragmático-sociales de los discursos desde una relación dialéctica, donde los significados están inmersos en contextos locales y globales (Bourdieu, 1982, 1990), que se establecen por medio de determinados procedimientos retórico-discursivos y argumentativos. El autor reconoce que existen diversas variantes del análisis de discursos, retóricos-descriptivos (Pujante, 2003), semiológicos (Saussure, 1997; Barthes, 1971; Veron, 1998), inferencial (Wilson, 1994), entre muchas otras. En este trabajo optaremos por la corriente que entiende el discurso como acción o forma social que tiene consecuencias específicas, nuestra atención estará dirigida al contexto y al género de los enunciados, su significación (ideológica) y sus consecuencias en sociedad, por lo que estaremos cerca de la tradición sociopragmática y crítica del análisis de discurso.
Al comprender el discurso en su aspecto contextual partimos de la premisa que
“el mensaje que transmite un hablante concreto, en una situación comunicativa determinada, [es] a un interlocutor o interlocutores específicos. [Por lo que] Constituye el resultado de un proceso de significación de tipo semántico, pragmático, sociocultural y/o ideológico, transmitido a través de los múltiples niveles lingüístico-discursivos y retóricos, tanto de forma denotativa como indéxica” (Morales, 2013).
También nos ocupa el análisis del género discursivo, entendido por Bajtin (1998) como una serie de enunciados que agrupados tienen ciertas similitudes en su contenido temático, su estructura, su estilo lingüístico y su función. Por último, recurriendo al análisis crítico de discurso, analizaremos y señalaremos los enunciados ideológicos que reproducen relaciones de poder.
“[T]he real meaning is the exact opposite of any attempt to absolutize particular scientific doctrines. It requires instead that every piece of knowledge be regarded, not of course as a purely arbitrary creation, but a representation by particular men in a particular society, context, and moment of time, a representation which is a product but can become a productive force in turn… [T]he self knowledge of present-day man is not a mathematical knowledge of nature which claims to be the eternal logos, but a critical theory of society as it is, a theory dominated at every turn by a concern for reasonable conditions of life” (Horkheimer, 1972: 35 y 198 citado en Morales, 2013).
Por otro lado, hay una vertiente crítica que se enfoca en la construcción de representaciones metales o cognitivas que producen los discursos, y la cual nos ocupa para este análisis.
“[…] political discourse [para nosotros el científico] involves, among other things, the promotion of representations, and a pervasive feature of representation is the evident need for political speakers to imbue their utterances with evidence, authority and truth, a process that we shall refer to in broad terms, in the context of political discourse, as ‘legitimation’.” (Chilton, 2004, pág. 23 citado en Morales, 2013).
Desde estas coordenadas el autor se propone realizar el análisis.

II.               Contenido
Henri Wallon fue un psicólogo, médico, filosofo, político y educador francés, que nació en 1879 y murió en 1962. Fue uno de los pioneros de la psicología genética, explicó la evolución psicológica del niño desde un marco epistemológico genético, biológico y social y desde el materialismo dialéctico e histórico. Junto a Piaget, Vygotsky, y el psicoanálisis produjo un corpus teórico sobre el desarrollo psicológico de los individuos en sociedad. A diferencias de los otros teóricos, Wallon interrelacionó lo orgánico con lo social, el contexto histórico y el medio como factores fundamentales. Resalto el carácter afectivo y emocional de la conciencia, y explicó esta como producto de una simbiosis afectiva entre el niño y el otro (su madre y cuidadores principalmente). Para Wallon todos estos factores están relacionados, y como parte de la dialéctica materialista concibe que todo es producto de la materia, que la evolución va de lo más simple a lo más complejo, y el desarrollo es continuo y contingente. Según Wallon (1980) la materia orgánica precede a la materia social, empieza con la fisiología para explicar lo psicológico. No tenemos la intención de explicar la teoría de Wallon pero queríamos ofrecer unos detalles sobre su trabajo para darle al lector una brevísima imagen de su trabajo.  
A continuación mostraremos varias citas de textos de la teoría de Henri Wallon para ir construyendo el análisis discursivo que nos proponemos. En ocasiones acudiremos a textos secundarios para sostener nuestro argumento, de autores que hablan sobre la teoría de Wallon aún reconociendo las limitaciones que esto nos presenta. Durante este trayecto intentaremos mostrar y fundamentar nuestra opinión sobre los elementos de la teoría de Wallon que la hacen un modelo limitante, positivista y excluyente, así como indicar que voces, discursos e ideologías se observan. Importante es aclarar que no decimos que Wallon tenia una concepción limitante y excluyente (quizás en teoría no), pero al materializar lingüísticamente su teoría esta no puede escapar a ciertas limitaciones.
En Psicología del niño, Wallon (1980) explica que “Cualquier niño normal debe poder adquirir el lenguaje a partir de un determinado momento en su evolución”. También Wallon criticando el determinismos y reduccionismos de los tests de inteligencias dice “habría que concluir que la inteligencia de un idiota- es decir, de un individuo cuyas aptitudes intelectuales son muy rudimentarias […]”.  Analizaremos esto desde el análisis crítico de discurso desde su función referencial, aquel que informa algo, epistémico, que interpreta algo y generativo, que crea algo  (Echevarría, 2003) y considerando como antes expusimos, el contexto del mensaje, el género discursivo y sus consecuencias. Respecto al contexto del discurso este se produce en la primera mitad del siglo XX, en Francia. Wallon es médico y psicólogo, sus lectores son médicos, psicólogos y psiquiatras, hombres de ciencia en general. Conoce la teoría evolucionista y la dialéctica de Hegel y Marx. Para ubicar este discurso en su género, establecemos que pertenece al discurso científico. Al concebir la dialéctica como base epistemológica y a la biología como partida de sus análisis teóricos para explicar lo psicológico, concibe o expresa el desarrollo desde una lógica positivista y dicotómica aunque siempre insiste en la totalidad. “Cualquier niño normal” implica que hay niños anormales, además, el supuesto de que el “lenguaje” es fundamento para ser normal contiene una carga ideológica que limita como anormales a aquellos que no logren hablar. La idea de “evolución” en esa cita muestra su concepción biológica y organicista, y establece la idea de un desarrollo normal esperado en el niño. En la otra cita podemos observar explícitamente al adjetivo de “idiota”, denota la idea de anormalidad psicológica en los sujetos. Wallon es producto de finales del siglo XIX, done surge el interés de estudiar científicamente los factores psicológicos del niño, y donde proliferan las generalizaciones y modelos del “desarrollo normal”. El pensamiento dominante  de la época establecía que si la evolución de las especies ha sido por etapas que progresan a través del tiempo, la vida del niño se puede explicar en términos de etapas de desarrollo, “la ontogenia recapitula la filogenia” (Burman, 1994).
Otra cita que expone las limitaciones de su modelo y las consecuencias prácticas de su visión psicológica es la siguiente:
“Si se trata de simple deficiencia intelectual, ahora está a nuestro alcance medir las aptitudes del niño con la ayuda de tareas seleccionadas que nos permiten compararlo a la medida de los otros niños. El problema es mucho más difícil de resolver cuando se trata de esos niños torcidos, viciosos, perversos, en los que las anomalías se traducen en perturbaciones de conducta y contra quienes la sociedad debe preservarse…” (Wallon, 1985, p.163)
Podemos observar la comparacion entre niños “normales” y niños “torcidos, viciosos, perversos” con “anomalias”. La voz que habla es la de un medico, que supone que el organismo debe ser una manera particular para que pueda ser inteligente y normal. El genero discursivo de este discurso es cientifico y psicologico. La ideologia que integra es la de un supuesto de normalidad, que lo lleva a un enfoque comprartivo entre lo deseado y lo indeseado, lo desarrollado y lo “torcido”.
En otro texto de Wallon, La vida mental (1985) expone “La inteligencia del niño tiene sus orígenes en manifestaciones parecidas a las que han sido observadas en las especies animales más próximas del hombre.” Wallon recurre nuevamente a la metáfora organicista, estableciendo una metáfora por medio del discurso científico, donde el humano se equipara con el animal, la ontología del hombre es su base orgánica y material. En esta cita se ubican voces organicistas, positivistas y esencialistas que hablan desde la ciencia. Martí-Sala establece que el modelo organicista presenta al humano como
“un organismo, un ser activo y organizador, cuyos comportamientos no pueden ser reducidos al análisis de sus componentes; la predicción exacta en términos de causas eficientes se vuelve imposible. El desarrollo, inevitable por las características mismas del ser viviente, es una construcción definida por un vector y caracterizadas por etapas cualitativamente diferentes, que muestran organizaciones estructurales distintas.” (Marí, 1991, p.39 )
Según Martí (1991) este modelo se basa en postulados racionalistas para explicar la evolución, “en términos de principios universales, normativos y dinámicos (equilibración, diferenciación-integración), en los que la interpretación (apoyada en una base empírica pero sin reducirse a ella) juega un papel de primera importancia.” (Overton, 1988 citado en Martí, 1991, p. 40). Volviendo a la cita de Wallon, si la inteligencia tiene sus orígenes en las especies más próximas al hombre, el se refiere a los monos superiores, entonces la inteligencia será algo que podremos ubicar, medir y describir, es una característica de lo superior, de lo evolucionado, y debemos esperarla en todos los niños de una manera u otra, porque corresponde a la “naturaleza de lo orgánico”. Este modelo produce ontología y permite generalizaciones sobre la inteligencia y lo biológico. Además, si el desarrollo psicológico del niño parte de lo orgánico, entonces esta premisa da paso a psicologías “primitivas”, sujetos que no lograron su “adaptación” bien, y de tener el cuerpo afectado por cualquier razón, tendríamos sujetos y niños anormales que no se equiparan al sujeto “evolucionado”.
A continuación presentaremos una cita extensa del trabajo de Wallon para analizar la ideología y las consecuencias de tal discurso en la praxis.
“Se ha establecido una comparación entre niños que se han educado en un medio en que el lenguaje es pobre, rudimentario, monótono, con un contenido muy poco desarrollado y niños que se han desarrollado por el contrario en un medio ‘intelectual’, en el que el lenguaje presenta grandes matizaciones de sentimientos o finas distinciones intelectuales. Todas las partes de la inteligencia, del razonamiento, que se encuentran ligadas al lenguaje, que exigen su empleo – y se trata de un inmenso campo de la inteligencia- se encontraba mucho más desarrolladas en los últimos que en los primeros. El medio juega un punto considerable a partir del punto inicial, por lo menos en lo que se refiere a determinadas funciones.” (Wallon, 1980)
Continuando el argumento de la cita anterior, en esta cita Wallon implícitamente relaciona la inteligencia con la capacidad lingüística y el medio. Wallon señala que el lenguaje es necesario para el desarrollo de la inteligencia, y que depende del medio para que el niño sea más inteligente, nuevamente el niño como organismo, necesita de las influencias de su medio para adaptarse “bien”. Entendemos que Wallon intenta observar y describir ciertas capacidades intelectuales, pero son estas capacidades intelectuales que responden a un discurso positivista de la inteligencia y reduce lo intelectual al uso lingüístico. Sabemos que hay mudos inteligentes, esta cita a mi entender denota una postura clasista sobre la inteligencia y los medios, visión que puede entenderse por la influencia del marxismo en Wallon. Sabemos que Wallon no explica el medio específico, pero reconocemos implícitamente que “el medio [donde] el lenguaje es pobre, rudimentario, monótono, con un contenido muy poco desarrollado” a diferencia del “medio intelectual”, corresponde precisamente a uno de los términos que el mismo empleo en esa frase, a un contexto y una comunidad “pobre”. De esta forma su teoría contiene elementos de una psicología limitante, reduccionista y positivista, modelos que tienen una concepción del desarrollo como señala Burman (1996) de la familia blanca educada, de clase media alta y del norte, por lo que sus prescripciones “amplían el ámbito de evaluación y la patologización de la mujer [el hombre y el niñ@] pobre y carente de educación”.
Ahora recurrimos a un cita de Ferreyra (2011) donde explica la visión de Wallon sobre el desarrollo. “El cambio se origina en las contradicciones internas de las cosas que entran en conflicto. Esto es útil para ver la historia social del hombre, pero también es observable en el desarrollo evolutivo. El cambio tiene una racionalidad. La realidad cambiante conlleva una racionalidad que hay que descubrir.” Ferreyra es un profesor, psicomotircista argentino, este texto va dirigido a otros maestros y psicomotricistas principalmente. En la cita podemos observar la ideología del materialismo dialectico e histórico, presenta el origen del cambio como una contradicción interna de las cosas. El cambio no necesariamente tiene de darse por contradicción, y el cambio de los animales y su “evolución” no tiene porque corresponder con el humano. Observamos voces historicista, evolucionistas y una ideología racionalista y positivista. Esta postura parte de una visión esencialista de la realidad, y claramente se observa el racionalismo del la ciencia clásica “El cambio tiene una racionalidad.”. Y explícitamente positivista, “La realidad cambiante conlleva una racionalidad que hay que descubrir”, Wallon creía en descubrir cosas, aunque era filósofo, tenia un espíritu científico.
Para Morin (1984, 1994) y Mires (1996) el esencialismo, el reduccionismo, absolutismo, la racionalidad y el positivismo son elementos del paradigma de la simplicidad, elementos que de alguna manera no conciben la heterogeneidad y la complejidad de la subjetividad humana y la realidad social. Sabemos que Ferreyra y Wallon hablan del cambio, de lo dinámico, y la realidad para nosotros es precisamente cambiante, pero esto no quita que su expresión lingüística produzca ciertas representaciones sociales y cognitivas sobre el desarrollo. Desde el análisis critico del discurso ideológico, debemos preguntarnos ¿cuál es esa racionalidad? Y ¿qué implicaciones tendría en la subjetividad del humano? No vamos a contestar esta pregunta por limitaciones de tiempo, pero indicaremos que contienen la idea del progreso, que implícitamente contiene la ideología de la trascendencia. Es esta idea de la trascendencia la que posibilita también los modelos de un desarrollo normal y otro anormal, o subdesarrollado, de un sujeto evolucionado y otro atrasado o primitivo.     
Para analizar otra cita sobre la teoría de Wallon recurrimos ahora a Voyat (1984) “At four to six months of age, the child enter a period of socialbility in which he establishes a relationsship with anyone”. Esta cita de Voyat explicando a Wallon muestra la concepción temporal del desarrollo psicológico. Podemos observar la influencia de la física y sus conceptos temporales en la producción de conocimiento psicológico, que a la vez influyó a la biología y a su teoría de la evolución. Sabemos que Wallon rechazaba los reduccionsimos, las generalizaciones, y que indicaba edades en términos relativos, mas la idea de tiempo en la concepción del desarrollo psicológico permite la representación de un desarrollo normal y anormal. Este modelo permite en la praxis que aquellos niñ@s que a esta edad no logren tales capacidades se les someta a psicólogos o médicos para “descubrir” los problemas en su “evolución”, problemas orgánicos o psicológicos.

III.             Conclusión
A lo largo de este breve escrito intentamos exponer como la teoría y concepción de desarrollo de Wallon, aunque interdisciplinaria, que contemplaba el cambio continuo y dialéctico, y consideraba factores biológicos, sociales, históricos y del contexto, su discursos respondía y no escapaba a elementos limitantes, reduccionistas y positivistas. Algunos de estos elementos observados a través del análisis discursivos de varias citas de sus textos fueron sus metáforas organicistas con lo humano, que lo llevaron a la concepción evolucionista de la subjetividad, donde se espera un desarrollo normal. Una concepción historicista y desarrollista del humano, y un racionalismo. Otros elementos fueron su reduccionismo materialista y su absolutismo de que todo cambia. Así como la idea implícita de que hay una normalidad, un progreso óptimo, esperado y normal. Se encontraron voces, discursos e ideologías racionalistas, clasistas, científicas, materialistas, organicistas, entre otras.
A nuestro gusto la teoría de Wallon es la más comprensiva de las teorías del desarrollo psicológico, ya que interrelaciona y considera diversos factores de la realidad, pero no es exhaustiva,  “[…] una serie de factores, por necesarios que sean, no es suficiente para determinar un desarrollo determinado. Debido a la ausencia de factores o mecanismos internos propios al desarrollo psicológico mismo, no se sabe de que manera los diferentes factores extrapsicologicos (maduración, sociedad, cultura) inciden en la construcción de lo individual” (Martí, 1991). Wallon explica el desarrollo desde la materia, observa e indica las diversas funciones y mecanismos de las emociones, el medio y el otro la “evolución” psicológico del niño, pero poco habla del sentido, de las ideas, los factores psicosociales de la personalidad y del inconsciente, que a nuestro parecer porque no sea demostrable no deja de existir. Wallon se concentra más en la explicación de lo psicológico, que en entender, interpretar todo lo que implica lo psicológico. Independientemente de no hable de temas que quisiéramos (o no observamos), Wallon presenta un sujeto anormal y otro normal, uno evolucionado, uno inteligente y otro “idiota”. Su concepción del desarrollo es contingente y abierta, pero produce un modelo psicológico limitado y excluyente. Las consecuencias de que su voz científica en momentos determinara fases de evolución y desarrollo y capacidades o funciones esperadas, producen en la praxis un modelo a seguir, una representación ideal de lo que debe ser el desarrollo psicológico. Los niños que no hablen a tal edad, o no socialicen, o pueden tener pensamiento abstracto, serán condenados a ser un sujeto retrasado, a ser un “idiota”.
Wallon hizo un trabajo de vanguardia, y su teoría sobre el desarrollo psicológico es holística y compleja. Pero en este trabajo se intentó exponer que su discurso científico y del desarrollo aunque complejo, contienen en si mismo elementos limitantes y excluyentes para la diversidad de subjetividades posible. Esto para nada implica que la teoría de Wallon no tenga validez, ni relevancia. Además, se reconoce que por la limitación de tiempo no se pudo realizar un análisis comprensivo como se podría hacer si el tiempo lo permitiera y quizás, no pudimos demostrar adecuadamente el punto que intentábamos desarrollar.

 Por Abelardo Hernández Martínez, M.A. 


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